Senegal
Testimoniales
Kassoumai,
Me llamo Aida Badji y soy de Djirème, un pueblo de la zona rural de Casamance, muy alejado de la ciudad.
Tengo 5 hijos, 3 niños y 2 niñas. El más pequeño tiene 5 meses y nació en la nueva maternidad que el Programa Karonghen ha construido en mi pueblo con la colaboración de toda la población. En el parto me atendió una matrona del pueblo formada en la ciudad que tenía un montón de aparatos, todo nuevo. Y me cuidó durante dos días a mí y a mi niño.
Menuda diferencia con mi primer parto!! Mi hija mayor nació en el bosque: yo iba camino del Centro de Salud más cercano, en Diondji, pero no me dió tiempo a llegar. Alhamdoullillah, la niña nació sana y salva. Y le dimos el nombre de Aisha.
Hoy, como todos los días, al amanecer, he ido a buscar agua para mi marido y para los niños: Antes iba a un pozo que está lejos y tenía que andar de vuelta cargada con el agua en la cabeza. Desde el año pasado, tenemos un pozo en mi barrio y ya no pierdo tiempo en ir y volver a buscar el agua, incluso pueden ir los niños a por ella.
Después de buscar algo para el desayuno de todos, normalmente el arroz que ha quedado del día anterior, preparo a los niños para ir a la escuela y me pongo a hacer la colada de toda la familia, con el agua del pozo.
Mis hijos, dos van a la escuela primaria del pueblo y los dos mayores van al nuevo instituto. Ahora todos van mucho más contentos que antes y les gusta estudiar. La escuela de antes era una choza que la Asociación de Padres, es decir, nosotros, teníamos que hacer cada año con tierra y hojas de palmeras, porque las lluvias la destrozaban. Y el sol se colaba entre las hojas a medio día. El Ministerio de Educación envía hasta aquí a los profesores, pero no construye nada en esta zona desde hace muchos años. Aquí no llega el Estado. Menos mal que algunas ONGs como AFUDES, el CPAS y Manos Unidas han comprendido nuestros problemas sobre la educación de nuestros hijos. Los mayores dicen que ahora incluso los profesores enseñan mejor porque tienen unas condiciones adecuadas. Mi hija esta muy contenta en la escuela… hace poco tuvo una gran alegría: conocer a la presidenta de Manos Unidas!!!
El otro día hubo una reunión en el pueblo y los animadores del Programa Karonghen hablaron de la importancia de que las niñas continuaran sus estudios en el instituto, al igual que los niños. Mi marido quería que Aisha dejara el instituto y se fuera a Gambia a trabajar en el servicio en una casa; pero yo no lo veo claro. Yo no he estudiado mucho y cuando el conflicto se puso feo, aquí en Casamance, en 2001, todos tuvimos que irnos a Gambia y tuve que trabajar limpiando en una casa. Sé que si hubiera estudiado más, podría haber conseguido un trabajo mejor. No quiero que mi hija tenga que vivir lo mismo, por eso tiene que seguir estudiando. Yo voy a conseguir dinero para pagarle sus estudios porque mi marido dice que no hay dinero.
Por lo menos yo aprendí a leer y a escribir y eso me ha permitido ser una de las alfabetizadoras del PK y enseñar a muchas otras mujeres a leer, escribir y hacer sus cuentas.
He conocido a mujeres en las islas, en los encuentros que ha organizado el programa. Y me han contado que allí la vida también es muy dura.
Pero espero que poco a poco la educación llegue a todos y a todas.
En 2008 regresamos al pueblo cuando nos enteramos que había un programa de apoyo de la reconstrucción de casas. Mi marido y sus amigos levantaron los muros de nuestra nueva casa y el PK nos dio las uralitas para el tejado. Justo terminamos antes de que empezaran las lluvias!! Resulta que nuestra casa la habían destrozado en uno de los combates entre el movimiento rebelde de la zona y el ejército, hace varios años. Este conflicto nos ha hecho sufrir mucho a todos.
Luego, Cuando se vayan todos a la escuela, voy a llevar a la Casa de Salud a mi niño. Hoy el enfermero de Diondji viene al pueblo a hacer el control de peso y talla de todos los niños y también las vacunaciones. Otras veces tenemos que ir nosotras con los niños hasta allí, pero como ahora nuestra Casa de Salud está nueva y recién equipada, Moussa, el enfermero, ha dicho que ya venía él y nos ha citado a todas para hoy. Así ganamos tiempo porque luego tenemos que ir a preparar la comida.
Hoy sólo las mujeres que no tienen niños pequeños van a ir al huerto por la mañana; las demás iremos por la tarde. Cada día vamos a regar dos veces. Pero hoy, ellas van a regar nuestras plantas por la mañana y nosotras se las regaremos a ellas por la tarde. Tenemos que organizarnos así y ayudarnos unas a otras porque si no el sol abrasa lo que hemos plantado y se echa a perder todo el trabajo que ya hemos hecho esta temporada con Aliou Sonko, nuestro formador del PK. Ayer tarde tuvimos una reunión todas las mujeres en el huerto, y estuvimos haciendo las cuentas de la asociación de mujeres para ver cuánto teníamos que aportar cada una a la caja común para las nuevas semillas, el combustible de la bomba del pozo y las posibles reparaciones. El equipo del PK nos ha dicho que tenemos que abrir una cuenta y ahorrar para cuando tengamos que hacer arreglos en nuestro huerto, que somos nosotras las responsables y que ellos no van a poder venir siempre a apoyarnos. Quieren que seamos autónomas, por eso nos están dando mucha formación. La última cosecha ha sido muy buena y hemos logrado vender nuestros productos en la ciudad (tomates, berenjenas, pimientos, coles, lechugas, pepinos, cebollas, …). Con lo que nos ha quedado, hemos hecho conservas porque el PK también nos ha enseñado a hacer mermeladas, compotas y conservas. Son formaciones muy entretenidas porque hablamos mucho además de aprender, y nos contamos nuestros problemas, y nuestras alegrías. Luego guardamos para nosotras una parte y otra parte la vendemos. Todo ello es motivo de celebración porque significa dinerito y comidita rica!!
La verdad es que todo esto supone un cambio en nuestra vida, en la vida de las mujeres y de las familias, en general.
El otro día estuve hablando con mi esposo de nuestra hija mayor, Aisha. Resulta que siempre dice que en la escuela le duele la cabeza y una amiga del huerto me ha dicho que a lo mejor es porque no ve bien. Mi marido insiste en que, si es así, tiene que dejar el cole y ponerse a trabajar, que nos va a venir muy bien, pero yo digo que eso no es justo: ella merece las mismas oportunidades que su hermano y si tenemos que llevarla al hospital para que le revisen los ojos, yo creo que debemos hacer el esfuerzo. O acaso no lo haríamos si se tratase del niño?, le dije yo. Al final, él ha aceptado y ha comprendido que yo también tengo que participar en las decisiones sobre nuestros hijos, como en muchas otras. Ahora que tengo un poco de dinero de las ventas de los productos del huerto, parece que me escucha más. Estoy muy contenta. Contana, contana !!
Si recibís este correo será porque, por fin, he ganado la dura batalla que mantengo desde ayer con la red de internet del hotel.
Quedan ya pocos días para que termine este viaje, que está resultando una gran experiencia para mí. Espero ser capaz de plasmar en el guión todos lo bueno que estamos viendo. Yo no entiendo de proyectos y, lógicamente, no puedo dar una visión técnica de lo que se está haciendo, pero sí poder emitir una opinión sobre aquello que mis cinco sentidos son capaces de recibir:
Veo gente contenta e implicada en el esfuerzo por lograr una vida mejor y que ese trabajo, paso a paso, va dando sus frutos. Familias, pueblos y comunidades enteras que trabaja unidas por un objetivo común. De verdad que impresiona.
Oigo mujeres, que azada en mano, cantan mientras cultivan los huertos, bajo un sol que tumbaría a cualquiera. Oigo el llanto de los niños en las maternidades y a los estudiantes repetir en alto las lecciones de la escuela. Y las gallinas cacareando y los cerdos, que a fin de cuentas cerdos son, roncando. Oigo también, constantemente, la palabra GRACIAS dirigida a todas esas personas que forman parte del gran equipo del programa Karonge.
Huelo el aroma de los cítricos, de la tierra mojada, de los vegetales, del mar. Y el del pescado que se seca al sol, que quizá no sea el más agradable, pero que es fuente de vida para tantas personas.
Siento, también, el tacto de las manos recias, marcadas por el duro trabajo, que se estrechan en el saludo. Y siento el viento cuando cruzamos los manglares en piragua para visitar a los pesadores. ¡Y el sudor que me gotea sin parar durante toda la jornada!
Y saboreo con gusto, con mucho gusto, todos esos productos que dan la tierra y el mar.
Todo eso es lo que están percibiendo, de primeras, mis sentidos, y me encanta.
La mínima parte del trabajo del convenio que por ahora he podido ver, me parece, sinceramente, fantástica.
Pero es tanto lo que queda por hacer, que no deja de invadirme una cierta sensación de frustración…
Os agradezco que me hayáis dado esta oportunidad y espero no defraudaros. Sé que las imágenes son una auténtica maravilla y Gali se está pegando una trabajera de cuidado. Isabel una pasada, sinceramente no sé qué hubiera hecho sin ella. Josep y Christian Manga, así como los animadores y coordinadores del programa, volcados con nosotros. Y yo, intentado retener todo los que estoy viendo para poder contarlo de la mejor manera posible.
Eso es todo. Me ha salido “un poco cursi” (¿solo un poco?), pero es lo que me ha venido a la cabeza.
Los días 8 y 9 de mayo del 2011, se celebró un Encuentro Regional, que tenía por objeto agrupar las poblaciones de los tres departamentos de la región de Ziguinchor para un intercambio de experiencias. Todos los participantes han apreciado este encuentro, dado que era la primera vez que se organizaba un evento de este tipo, en el que se les permitiera hablar y expresarse con toda libertad además de compartir, intercambiar y discutir respecto a temas que les conciernen y que forman parte de su día a día.
La participación fue muy alta,: 622 personas y este movimiento de personas no es habitual en la región dado el mal estado de las vías de comunicación, el aislamiento de muchos pueblos y el clima de inseguridad que viene y va en algunas zonas de la región.